En ‘El rey de la carretera‘ (Aleta) todo transcurre a 200 km/h. El nuevo tebeo de los prolíficos Josep Busquet y José Ángel Ares tiene un ritmo endiablado, inspirado directamente en esa obra maestra que es ‘Mad Max: Fury Road‘. Si a eso le sumas personajes carismáticos y una buena ración de tortas y explosiones, el resultado es un chute de entretenimiento en estado puro.

Rey-portada

Como en ‘Mad Max’, ‘El rey de la carretera’ nos presenta un mundo postapocalíptico en el que el desierto es el ecosistema predominante. Aquí, tras la gran catástrofe, algunos de los supervivientes supieron dotarse de modernas ciudades en las que la vida trascurre de forma plácida. Fuera de los límites de esos espacios, la tierra es un infierno, y solo ‘El rey de la carretera’ se atreve a atravesarlo. Este personaje protagoniza su propio ‘reality show’ de supervivencia, el mayor éxito de la televisión. Sin embargo, su reinado podría tener fecha de caducidad, ya que hay varios aspirantes a batirse en duelo con él para ocupar su lugar. El rey se lo piensa poner difícil…

Esta es la premisa de un tebeo en el que se da una feliz concurrencia de ambientación y personajes. Por un lado, el mundo que imagina Josep Busquet ofrece tanto la emoción de los parajes salvajes como la sátira de una sociedad pegada a la pantalla de televisión. Por otro, si el protagonista es ya de por sí un icono, los secundarios reúnen una colección de cualidades y defectos tales que trascienden el rol de comparsas y reclaman un puesto en primera línea de la aventura. José Ángel Ares, al cargo del apartado gráfico, pisa el acelerador. Desde que debutara con la magnífica ‘Rosa y Javier‘, su trazo ha adquirido una soltura espectacular. Se maneja perfectamente en las escenas de acción (e incluso se lía la manta a la cabeza en algunas escenas), sabe transmitir sensación de velocidad y su diseño de personajes es uno de los puntos fuertes del tebeo.

el rey de la carretera

 

El trayecto de ‘El rey de la carretera’ tiene algún bache, como escenas demasiado apresuradas y abigarradas (las onomatopeyas ‘sucias’, aunque son parte indisoluble del tebeo, no ayudan) y un final algo anticlimático. Con todo, las sensaciones son positivas: este puede ser el arranque de una serie de largo recorrido y con infinitas posibilidades.

Una nota para el lector veterano. La lectura de ‘El rey de la carretera’ trae recuerdos de la mítica Línea Laberinto: ese blanco y negro, ese entusiasmo de los autores, ese planteamiento como serie de largo recorrido, esa apuesta editorial arriesgada… El tiempo dirá si este título reabre camino a un tipo de tebeo que el mercado español tiene algo descuidado.